¿Serías capaz de comer un menú en el que el primer plato serían saltamontes, de segundo arañas y de postre orugas? Para muchos de nosotros es impensable ya que en España no es típico ingerir insectos.
Según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los insectos pueden considerarse un alimento muy beneficioso para la salud. El principal aporte que ofrecen son las proteínas. Las orugas, los saltamontes, las moscas y las arañas son mejores fuentes de proteínas que el pollo, el cerdo, el cordero y la vaca, y además, apenas tienen grasas.
Los insectos no solo son ricos en proteínas, también aportan fibra y micronutrientes como es el caso del hierro, el magnesio, el fósforo, el manganeso, el selenio y el cinc.
Hay estudios que demuestran que, algunos insectos, contribuyen a una menor absorción del colesterol aunque, es importante saber, que el contenido nutricional depende, en gran medida, de su etapa metamórfica, su hábitat y su dieta.
Todos estos factores hacen que los insectos se consideren una buena alternativa a las vías nutricionales que conocemos hasta ahora.
Como ya sabemos, en España, los insectos no forman parte de nuestra alimentación diaria. En el mundo aproximadamente dos mil personas comen insectos y los lugares donde es una práctica común son Latinoamérica, Asia y África. Se pueden llegar a comer hasta 1.400 especies diferentes. Esta tradición está empezando a ponerse de moda en Europa por su carácter exótico pero no existe una regulación propia sobre la entomofagia en nuestro país debido a la prohibición de venta de insectos para el consumo humano en la U.E.
En España es casi imposible tener acceso a este tipo de alimento. Recogerlos de jardines puede resultar muy peligroso debido a que muchos pueden ser tóxicos, por lo que hay que asegurarse de recibirlos de un criadero especializado yendo en persona o de forma online.
Resulta casi imposible que a través de los insectos podamos contagiarnos de alguna enfermedad como por ejemplo, la gripe aviar. Lo que si puede ocurrir, es que nos produzcan alguna reacción alérgica similares a la de los crustáceos y, si no se tratan como es debido, pueden presentar toxinas.
La experiencia de esos países donde se comen insectos a diario ha facilitado en reconocer a aquellas especies que no resultan perjudiciales para la salud.